A mediados del siglo XIX se abrió en Madrid el Teatro de Los Bufos de la mano de Francisco Arderius. Su empeño fue montar un tipo de espectáculos de moda en el París de la época, la opereta bufa. El modelo musical era Offenbach, Hervé, Lecocq, música pegadiza y divertida bajo argumentos llenos de dioses mitológicos, reyes de la antigüedad y personajes fantásticos.

La experiencia comenzó en 1866 con El joven Telémaco una parodia mitológico-lírico-burlesca sobre un pasaje de la Odisea homérica, con música origial de José Rogel y libreto de Eusebio Blasco. Ese mismo año en Nueva York se estrenó The Black Crook que junto al estreno en Inglaterra de El Mikado de Gilbert & Sullivan un año antes y La Bella Helena de Offenbach en el París de 1864 son considerados el nacimiento del teatro musical.

Con El joven Telémaco arranca la versión española de este fenómeno. Este tipo de teatro musical fue un intento de crear en nuestro país un género nuevo. El modelo de teatro bufo es el de una obra breve, de argumento siempre descabellado e impredecible, que tiende a la caricatura y se mofa de todo tipo de grandes temas como los mitos históricos, la realiza, el ejército, la política, etc. Para ello recurre a música agradable y ligera; sensuales habaneras, tangos, floreadas seguidillas, y todo con aire de exotismo. Aun no había nacido el género chico y la ligereza de estos espectáculos tuvo gran aceptación popular. Es en esencia el comienzo de un género que derivó con el tiempo en espectáculos de variedades y en la revista propiamente dicha. Tuvo detractores, que defendían los cánones de la zarzuela tradicional, pero también grandes defensores como Don Benito Pérez Galdós quien escribió un interesante artículo en el diario La Nación a favor del teatro popular de Los Bufos de Francisco Arderius, desmarcándose de los escrúpulos artísticos y estéticos de la mayoría. A pesar de las críticas, por el hecho de imitar el modelo francés y por la ligereza y futilidad del divertimento, lo cierto es que todo el mundo canturreaba las canciones de Los Bufos. Un país que latía a ritmo prerrevolucionario, cuando en 1868 se instauraba la 1ª República. El propio Valle-Inclán lo refleja en su esperpento Viva mi dueño: poniendo en boca de uno de sus personajes el ¡Me gustan todas, me gustan todas, en general! Parafraseando la chistosa y eficaz habanera de El Joven Telémaco.

Basándonos en esta obra hoy les presentamos Calipso (venturas y desventuras de una diosa) en versión de Pedro Villora, quien ha modificado el texto para acercarnos de manera ágil, las jocosas situaciones de entonces con el humor de hoy. Los arreglos musicales son de la maestra Montserrat Font Marco, ella ha trufado nuevos números musicales del mismo compositor, para adaptar el conjunto de la obra a las decisiones de la dirección de escena. Felype Rodríguez de Lima ha diseñado el espacio escénico, un mar Egeo imaginario, genérico y significante, con unas olas juguetonas que protegen o amenazan a nuestros protagonistas.
 

diseño: dosmasuno